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    jueves, 1 de diciembre de 2011

    Recuerdos de una vida pasada contigo




    Un día cualquiera. Conversaba con ella sobre nuestro futuro, con 4 años de relación a cuestas.


    Daban las 10:40am, las nubes anuncian una tormenta a pocas horas. Todo alrededor se torna perfecto a pesar del tráfico tan conocido de la ciudad. Su presencia cual prisma emocional descomponía la realidad en colores... No me importaba más. Era invencible e inmortal a su lado.

    Perdimos la noción del tiempo -suele ocurrir con la felicidad como catalizador, más aún con su cabello pelirrojo- mientras despejábamos dudas respecto al matrimonio, sobre el negocio y la empresa con mi amigo, sobre los estudios posteriores que en un futuro se llevarían a cabo. La tormenta arrecia. No le prestamos atención, soñábamos despiertos cuando nuestras voces cegaban lo inevitable...

    Un resplandor en silencio...


    ... Abro los párpados lentamente, apenas puedo ver su rostro con esfuerzo, sus ojos húmedos, dice palabras pero no hay voz, sonríe pero no hay felicidad... no la hay, no consigo mantenerme consciente, va desapareciendo de mi vista...

    10:40am en la pared a dos metros de la cama en donde estaba. Solo atino a buscarla. Nadie me da razón de ella, quieren calmarme, quieren atarme, salgo al pasillo con el alma colgándome de la yema de los dedos... Joder, ¡¡¡¡¿EN DONDE ESTA ELLA?!!!!

    -Hijo, haz estado dormido dos meses, debes estar bastante confundido.
    Mamá, ¿Qué ha pasado? No recuerdo nada.
    ¿Dónde está ella?
    -Es mejor que te calmes por favor.
    ¡No me pidas que me calme! ¡Dime de una maldita vez en donde está!
    -Ella se fué... ya nunca más estará.
    Ella...


    Las rodillas me fallaron aquella mañana mientras me quebraban la existencia como un espejo al caer. Arrancaron mi voz con las cuerdas vocales de por medio. Mi alma, mi vida, mi futuro, mis mas grandes sueños... murieron sin dejar rastro ni cenizas, se fueron con ella...

    Y solo quería seguirla. Aunque le haya prometido siempre ser fuerte, no era lo mismo decirlo sin su presencia. No era lo mismo tratar de razonar si mis pensamientos me recuerdan que la arrancaron de mi lado despiadadamente...
    Y solo quería seguirla, y seguirla, y seguirla.

    Pasé 15 años aguantando las agujas en la garganta y la arena en los ojos, sintiendo aún su calor en mis manos, en mis labios. Intenté dejar todo de lado sin éxito. Viajando en soledad sin sentir moverme del mismo triste y oscuro lugar.

    Perdía la vergüenza mientras buscaba mediums, brujos y toda clase de persona indeseada inmiscuida en charlatanería barata pero convincente, esperando algo que pueda siquiera darme una señal.

    Hasta que al fin lograron convencerme.
    No estaba seguro si era cierto, solo quería verla y esta señora logró captar toda mi atención.

    -Debes entrenar durante 9 meses seguidos SIN DESCANSO! Debes nacer nuevamente.
    -¡De mil veces mil pensamientos, en mil veces mil emociones, todas ellas deben caber en una sola decisión!

    Me costó interpretar lo que quiso decir. Pero debía regresar sobre mis propios pasos.
    -Volverás a un punto donde ella jamás te vio, pero solo tendrás dos horas, y luego...
    Ya lo sé.



    10:40am. Una joven pelirroja cruza la calle. Es despistada, olvida sus documentos en aquel café.

    Hey, disculpa, se te olvidaron estos papeles -mientras ella gira sorprendida-
    -Gracias, chico -sonrie suavemente, mis latidos están a punto de delatarme-

    Sí. No te preocupes, entiendo cuando alguien está distraído, sobre todo tratando de evitar a las personas con música. -una ligera sonrisa se me escapa-
    -Bueno, gracias nuevamente. Me parece haberte visto de algún lado.

    Debe ser, yo también creo haberte visto, pero no recuerdo. De igual modo me presento.
    Yo me llamo Augusto.
    -Es un placer conocerte aunque ya debo haberlo hecho, de todas maneras trataré de recordar.
    Por cierto, mi nombre es Carolina.


    Pasamos casi todas las dos horas hablando de lo que cada uno haría en el futuro; los sueños, las metas, los gustos y afinidades, las sorpresas. Dios... era feliz al solo verla sonreír, y ella no tenía ni la más remota idea de lo que sentía. Tal y como la recordaba: era, inclusive antes de conocerla, la mujer de mi vida.

    Perdimos la noción del tiempo -suele ocurrir con la felicidad como catalizador, más aún con su cabello pelirrojo... nuevamente- Un pequeño dolor en el pecho indicaban que ya era hora de partir. Y yo moría por besar sus labios.

    Ya debo irme, debo entregar algo importante antes que se me haga tarde. Discúlpame.
    -Hey chico no te preocupes, si nos volveremos a ver. ¿Verdad?
    -sonrió-
    Por supuesto -exclamé-

    ¿Puedo darte un abrazo? -le pedí temeroso-
    -Vale, no le hace daño a nadie.

    Sentía sus latidos, luego de tantos años volvía a hacerlo... Eran aquellos pequeños golpeteos los que siempre me marcaban el ritmo y esta vez bailaba mi corazón en la danza más hermosa jamás vista. Nuevamente sentía un alma dentro de mí. Era ella, era mía, mi mujer, era mi pequeña pelirroja pecosa abrazando toda mi existencia...

    Gracias por la charla -le dije mientras mil lanzas atravesaban mi garganta-
    -Fue un gusto, espero no incomodarte si te invito a salir -me dijo sonriente mientras mil agujas atravesaban mis ojos-
    -Y ahora si chico, me voy que el deber llama!

    Cándida, contenta y sonriente. Se alejaba de mí mientras mi corazón se iba deteniendo.
    Yo sonreía, al fin sonreía, aunque mi vista se iba nublando no dejaba de verla mientras caminaba.
    El frío me tomaba como prisionero, mi sangre ya no circulaba... inerte pero aún con una chispa de vida recostado en el suelo viendo su silueta alejarse borrosa.

    Voy por ti mi cielo, iré a buscarte a nuestra siguiente vida.
    Te encontraré tal como hoy lo hice,
    como siempre lo haré...


    TE AMO... Y POR SIEMPRE TE AMARÉ.





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